
Como en casi todas las comidas, en Chile tendemos a “adaptar” a nuestra cocina preparaciones que son originales de otros países. En este caso nos encontramos con la grata sorpresa de descubrir sabores auténticamente de su origen.

La Fabbrica está en una construcción antigua, restaurada después de sufrir severos daños del terremoto del 27/F. Es una casona antigua, donde además de funcionar como restaurante italiano, hacen presentaciones de jazz en vivo.
Con toda esa mística que envuelve el lugar, faltaba conocer más en detalle lo más importante: la comida. Sabía de antemano que los ingredientes esenciales para la preparación de sus platos, son importados directamente desde Italia. Con esa carta de presentación, las expectativas suben muchísimo.
En la carta hay una importante variedad de entradas, pastas, pizzas, postres y tragos. Me quiero concentrar en la pizza. La masa es a la piedra, con los bordes levemente abultados. Sobre ella se nota que los ingredientes que la componen son frescos y elegidos con precisión para entregar un sabor que exige que el siguiente bocado sea de inmediato.
La carta de tragos y vinos es amplia, aunque con una copa del vino de la casa es suficiente para acompañar el plato principal.
En cuanto a los postres, la oferta se reduce un poco, pero de alguna forma ayuda a tomar la decisión un poco más rápido, aunque todas la veces que vuelva, seguiré pidiendo el Tiramisú, que puede alcanzar perfectamente para 2 personas.
Avenida Ossa 123, Ñuñoa.
Gasto promedio: $14.000