
De Iquique no conocía nada. Pero nada. Sabía la relevancia histórica y estaba al día de la contingencia, pero el clásico datito o recomendación para comer, cero. Por eso, me dejé llevar por las opiniones locales.
Sumándome a quienes sí conocen mucho, llegué a almorzar al restaurante Santo Pecado (Obispo Labbé 223) a pocas cuadras de la playa. El lugar es muy agradable, con buena atención y mejor comida. Tienen un menú por $4.500 con distintas opciones para quienes no quieren sumergirse en la carta. Así lo hice.
Partí con una entrada de rollito primavera (nombre más elegante para el clásico arrollado chino) posado sobre ensalada con palmitos, tomate y lechuga, y mi fondo fue un arroz chaufa exquisito. Se nota de inmediato que el chef le pega al asunto. Probé también una papas con salsa huancaína (de otro plato) que eran parte de un mix de ceviche y estaban muy buenas también. Mi experiencia la cerré con un mote con huesillos heladito. No sensacional, pero salvó harto.
Son tres opciones por cada plato con porciones precisas. Ni poco ni mucho de cada cosa. Al menos yo quedé satisfecho y feliz, y si eso ocurre quiere decir que tomaste una buena elección.